Guinea Ecuatorial Press quiere enviarle la actualidad informativa en su dispositivo

No gracias
Aceptar
vie. 26 abril, 02:15
Español
Español
Inglés
Francés
Portugués

Prioridades de la ONU para el 2022

enero 23, 2022
Noticias

Al describir las prioridades de la ONU para el año 2022 en un encuentro informal de carácter informativo de la Asamblea General en la jornada del 21 de los corrientes en Nueva York, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas Antonio Guterres, ha hecho mención a la lucha contra la pandemia del COVID-19, la reforma del sistema financiero mundial, la lucha contra la crisis del cambio climático y la consecución de la paz.

A continuación, las palabras del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres:
Estamos empezando otro año en medio de la pandemia mundial del COVID-19 que sigue llevándose vidas, trastornando planes y esperanzas, dejándonos a todos con la incertidumbre, como única certeza.

Mientras tanto, las desigualdades crecen, la inflación aumenta, la crisis del cambio climático, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad continúan. Nos enfrentamos a un caldero de inestabilidad política y de conflictos feroces. La desconfianza entre las Potencias mundiales está alcanzando un punto álgido y las plataformas de información se llenan de odio y mentiras, dando vida a malos impulsos de la humanidad. Todos lo sabemos. Ahora, ya no es el momento para simplemente enumerar y lamentar los problemas. Ahora, ya es el momento para actuar.

Todos estos desafíos son, en el fondo, fracasos de la gobernanza global. Desde la salud global hasta la tecnología digital, muchos de los marcos multilaterales actuales están desactualizados y ya no son adecuados para su propósito.

No protegen los bienes públicos globales críticos que están destinados a apoyar para el bienestar de la humanidad, desde la economía global y los sistemas financieros hasta la salud de nuestro planeta. Dichos marcos multilaterales tampoco cumplen ya con nuestras aspiraciones comunes de paz, desarrollo sostenible, derechos humanos y dignidad para todos.

Mi informe sobre Nuestra Agenda Común es un punto de partida para abordar estos desafíos y amenazas, sobre la base de la unidad y la solidaridad. Los países en desarrollo necesitan esto más que nunca. Quiero comenzar el año nuevo teniendo como prioridades a las cinco siguientes alarmas en la cabeza de nuestra agenda: la pandemia del COVID-19, las finanzas globales, la acción climática, la anarquía en el ciberespacio, la paz y la seguridad ya que, nos encontramos en medio de un incendio global agitado por estas cuestiones que requieren la movilización total de todos los países.

Primero, debemos ponernos en modo de emergencia en la batalla contra COVID-19 y la variante Ómicron porque, una próxima variante puede ser peor. Frenar la propagación del virus en todas partes del mundo, debe ser una de las prioridades de nuestra agenda. Al mismo tiempo, no debemos aprovechar y usar la situación del coronavirus como tapadera para socavar los derechos humanos, reducir el espacio cívico y asfixiar la libertad de prensa.

Los diferentes gobiernos están imponiendo medidas y restricciones desproporcionadas que afectan más a las poblaciones en los países en vía de desarrollo, por ejemplo, lo que describí hace algún tiempo como “retorno del apartheid”. Nuestras acciones deben basarse en la ciencia y el sentido común. La ciencia es clara: las vacunas funcionan. Las vacunas salvan vidas.

En octubre del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer una estrategia para vacunar al 40 por ciento de las personas en todos los países del mundo para finales del año pasado y al 70 por ciento para mediados del presente año. No estamos ni cerca de estos objetivos. Las tasas de vacunación en los países de altos ingresos son siete veces más altas que en los países de África. A este ritmo, África no alcanzará el umbral del 70 % hasta agosto de 2024.Los fabricantes de vacunas de todo el mundo ahora producen 1.500 millones de dosis por mes, pero, la distribución es escandalosamente desigual, y necesitamos que las vacunas llegan a todas partes.

En lugar de que el virus se propague como un reguero de pólvora, necesitamos que las vacunas se propaguen más rápido. Necesitamos que todos los países y todos los fabricantes prioricen el suministro de vacunas a COVAX y creen las condiciones para la producción local de pruebas, vacunas y tratamientos en tantos países capaces de hacerlo en todo el mundo. Esto incluye a las compañías farmacéuticas que comparten más rápidamente licencias, conocimientos y tecnología.

También debemos luchar contra la plaga de la desinformación sobre las vacunas y debemos hacer mucho más para preparar nuestro mundo para un posible próximo brote de acuerdo con las recomendaciones del panel independiente sobre preparación para pandemias, incluso fortaleciendo la autoridad de la Organización Mundial de la Salud.

En segundo lugar, debemos entrar en modo de emergencia para reformar las finanzas mundiales. Digámoslo como es: el sistema financiero global está moralmente en bancarrota. Favorece a los ricos y castiga a los pobres. Una de las principales funciones del sistema financiero global es garantizar la estabilidad, apoyando a las economías durante los shocks financieros. Sin embargo, frente a un impacto tan grande como la pandemia global del coronavirus, el sistema financiero global está fallando.

La inversión desequilibrada está conduciendo a una recuperación desequilibrada. Los países de bajos ingresos están experimentando su crecimiento más lento y con esto, África subsahariana podría experimentar un crecimiento económico per cápita acumulativo durante los próximos cinco años, de un 75 por ciento menor que el resto del mundo. Muchos países de medianos ingresos no son elegibles para el alivio de la deuda a pesar del aumento de la pobreza y el creciente impacto de la crisis del cambio climático. Las mujeres y las niñas, que representan la mayoría de los pobres en la mayoría de las regiones, están pagando un alto precio por la pérdida de servicios de salud, educación y empleo.

A menos que tomemos medidas ahora, la inflación récord, el aumento de los precios de la energía y las tasas de interés exorbitantes podrían conducir a frecuentes incumplimientos de pago de la deuda en 2022, con graves consecuencias para los más pobres y vulnerables. La divergencia entre países desarrollados y los países en vía de desarrollo, se está volviendo sistémicamente en una receta para la inestabilidad, la crisis y la migración forzada.

Estos desequilibrios no son un error, sino una característica del sistema financiero mundial. Son incorporados y estructurales. Son el producto de un sistema que rutinariamente asigna malas calificaciones crediticias a las economías en desarrollo, privándolas de financiamiento privado. Las agencias de calificación crediticia son, de facto, las que toman las decisiones en el sistema financiero mundial. Deben ser responsables y transparentes.

Los países en vía de desarrollo también sufren la falta de transparencia, en varias circunstancias, a la asistencia oficial para el desarrollo, el financiamiento climático y más. Estos desequilibrios son también el resultado de una desconexión entre la economía real y la financiera; entre los trabajadores y los mercados monetarios.

Solicitamos y aplaudimos la decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) de emitir derechos especiales de giro el año pasado. Pero, de acuerdo con las reglas, la gran mayoría de esos derechos especiales de giro se destinaron a las economías más grandes y ricas que menos los necesitan. Por eso es tan importante la redistribución. También lo son los esfuerzos como la creación del Fideicomiso de Resiliencia y Sostenibilidad del FMI que apoyamos plenamente para abordar las injusticias al proporcionar más financiamiento a largo plazo y de bajo costo a los países pobres y vulnerables.

Desde el comienzo de la pandemia, he pedido la reforma del sistema financiero global para apoyar las necesidades de los países en vía desarrollo, a través de un proceso inclusivo y transparente. Para construir una recuperación sólida, los gobiernos necesitan los recursos para invertir en las personas y la resiliencia, a través de presupuestos y planes nacionales anclados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Todos los países deben poder invertir en sistemas sólidos de salud y educación, creación de empleo, protección social universal, igualdad de género y economía del cuidado, y una transición justa hacia las energías renovables. Esto requiere una revisión seria de los mecanismos de gobernanza financiera mundial, que están dominados por las economías más ricas del mundo.

Las métricas financieras deben ir más allá del producto interior bruto (PIB), para evaluar la vulnerabilidad, el clima y los riesgos de inversión. Las calificaciones crediticias deben basarse en fundamentos y evidencia comparables, en lugar de ideas preconcebidas dañinas.

La reforma de la arquitectura financiera mundial requiere un marco operativo de reestructuración y alivio de la deuda. Significa redirigir derechos especiales de giro a países que necesitan ayuda ahora. Requiere un sistema fiscal global más justo, en el que algunos de los billones acumulados por los multimillonarios durante la pandemia se compartan de manera más amplia. Significa abordar los flujos financieros ilícitos, que extraen más de $88 mil millones anuales solo de África. Requiere impulsar los recursos de los bancos multilaterales de desarrollo para que puedan apoyar mejor a las economías en vía de desarrollo, tanto directamente como apalancando la inversión privada.

En 2022, continuaré impulsando estas reformas fundamentales y utilizaré el poder de convocatoria de las Naciones Unidas para impulsar la inversión en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos rescatar la Agenda 2030 y cuento con vuestro apoyo.

En tercer lugar, debemos entrar en modo de emergencia frente a la crisis del cambio climático. La batalla para mantener vivo el objetivo de 1,5 °C se ganará o se perderá en esta década. Y estamos muy lejos de lograrlo. Nuestro planeta ya se ha calentado alrededor de 1,2 °C. Las consecuencias están siendo devastadoras.

En 2020, los choques climáticos obligaron a 30 millones de personas a huir de sus hogares, tres veces más que los desplazados por la guerra y la violencia. Las pequeñas naciones insulares, los países menos desarrollados, las personas pobres y vulnerables de todo el mundo están a un paso del día del juicio final. Los números no mienten. Necesitamos una reducción del 45 por ciento en las emisiones globales para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono a mediados de siglo. Sin embargo, de acuerdo con los compromisos actuales, las emisiones globales aumentarán casi un 14 por ciento durante la década actual. Eso significa catástrofe.

Este año, necesitamos una avalancha de acciones. Todas las economías desarrolladas y las de en vía de desarrollo con grandes emisiones deben hacer mucho más, mucho más rápido, para cambiar los alarmantes números y reducir el sufrimiento, teniendo en cuenta las responsabilidades comunes pero diferenciadas. Un número creciente de países se ha comprometido a reducir significativamente las emisiones para 2030. Otros, incluidos algunos grandes emisores, tienen una estructura económica, es decir, una alta dependencia del carbón, que se interpone en el camino. Necesitan recursos y tecnología para acelerar la transición del carbón a la energía renovable. Por eso hago un llamado a la creación de coaliciones para brindar apoyo financiero y técnico a cada uno de estos países que necesitan asistencia.

Los países desarrollados, los bancos multilaterales de desarrollo, las instituciones financieras privadas y las empresas con los conocimientos técnicos necesarios deben unir fuerzas en estas coaliciones para brindar el apoyo necesario a gran escala y con rapidez. Al mismo tiempo, cada país debe fortalecer sus determinadas contribuciones a nivel nacional hasta que colectivamente alcancen la reducción de emisiones del 45 por ciento necesaria para 2030.

No hay nuevas plantas de carbón sin la expansión en la exploración de petróleo y gas. Ahora es el momento de un aumento sin precedentes de la inversión en la infraestructura de energías renovables, triplicándose a $5 billones anuales para 2030. Esto es particularmente urgente en las economías emergentes y en vía de desarrollo.

Una fuerte dependencia de las energías renovables es crucial para evitar la actual fluctuación de los precios de los combustibles fósiles. Todos los sectores y todas las industrias, incluidos el transporte marítimo y la aviación, deben estar en una misma trayectoria para alcanzar cero emisiones netas para 2050.

Los países más ricos finalmente deben cumplir con el compromiso de financiamiento climático de $ 100 mil millones con los países en vía de desarrollo a partir del presente año 2022. Los países en vía de desarrollo no pueden esperar más y necesitamos un impulso radical para su adaptación. El compromiso de Glasgow de duplicar la financiación para dicha adaptación a partir de 20 000 millones de dólares, es una prioridad urgente y un buen primer paso, pero aún estamos muy atrasados.

Los sistemas de acceso y elegibilidad deben revisarse para permitir que los países en vía de desarrollo obtengan la financiación que necesitan a tiempo. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 en Egipto y las próximas conferencias centradas en la biodiversidad y los océanos también serán oportunidades importantes para proteger nuestro planeta y todas las especies.

El esfuerzo requerido es extraordinario, pero también lo son las posibilidades de acción audaz cuando las personas trabajan juntas. Podemos inspirarnos en aquellos con mayores intereses en el futuro: los jóvenes. Al igual que con tantos otros problemas, los jóvenes están en primera línea para impulsar el progreso. Respondamos a sus llamadas con acción.

Las primeras tres crisis que he presentado -COVID-19, un sistema financiero moralmente en bancarrota y la crisis del cambio climático, representan una triple emergencia para los países en vía de desarrollo y un triple multiplicador de las desigualdades globales. Socavan los derechos humanos y son un polvorín para el descontento social y la inestabilidad. En cada uno, se necesita urgentemente una mejor gobernanza global para restaurar la equidad, rescatar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y cumplir con nuestro compromiso de defender la dignidad inherente y los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana.

La cuarta área es aquella en la que la gobernanza mundial apenas existe. Debemos entrar en modo de emergencia para poner a la humanidad en el centro de la tecnología. La tecnología no debería usarnos. Nosotros deberíamos usar la tecnología. Y si se gobierna adecuadamente, las oportunidades son extraordinarias, especialmente si podemos garantizar una conectividad a Internet segura y protegida en todas partes. Pero el creciente caos digital beneficia a las fuerzas más destructivas y niega oportunidades a la gente común.

En países con poca conectividad de banda ancha, simplemente conectar las escuelas a Internet puede aumentar el PIB en un 20 por ciento. Obtener tales beneficios requiere conectar de manera segura a los 2900 millones de personas que permanecen desconectadas, principalmente en los países en vía de desarrollo. Las mujeres todavía están muy por detrás de los hombres en términos de acceso a Internet. La Cumbre de Transformación de la Educación de este año será una oportunidad importante para ayudar a cerrar la brecha digital y garantizar servicios de Internet asequibles, seguros y protegidos para todos.

A medida que aprovechamos las oportunidades del mundo digital, los riesgos como el uso indebido de datos, la información errónea y el delito cibernético ya están superando cualquier esfuerzo significativo para abordarlos. Nuestra información personal está siendo explotada para controlarnos o manipularnos, cambiar nuestros comportamientos, violar nuestros derechos humanos y socavar las instituciones democráticas. Nos quitan nuestras opciones sin que nos demos cuenta.

Los modelos de negocios de las empresas de redes sociales se benefician de algoritmos que priorizan la adicción, la indignación y la ansiedad a costa de la seguridad pública. Necesitamos marcos normativos sólidos para cambiar este modelo de negocio.

Para abordar estos problemas, propuse un Pacto Digital Global como parte de la Cumbre del Futuro en 2023. El Pacto reunirá a los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para acordar los principios clave que sustentan la cooperación digital global. Esto reforzará el enfoque coordinado en curso sobre seguridad cibernética para proteger a los civiles y la infraestructura civil.

Y he propuesto un código de conducta global para poner fin a la infodemia y la guerra contra la ciencia, y promover la integridad en la información pública, incluso online. Esperamos desarrollar esto con los gobiernos, los medios de comunicación y demás reguladores.

Muchos avances tecnológicos están en marcha en este dominio. Sigo instando a los Estados miembros a acelerar el trabajo para prohibir las armas letales autónomas y a comenzar a considerar nuevos marcos de gobernanza para la biotecnología y la neurotecnología, como describí en Nuestra agenda común.

En quinto lugar, debemos entrar en modo de emergencia para llevar la paz a un mundo que tiene muy poco de ella. Nos enfrentamos al mayor número de conflictos violentos desde 1945. Vuelven los golpes militares, la impunidad se está apoderando, las existencias de armas nucleares ahora superan las 13.000, el nivel más alto en décadas. Los derechos humanos y el estado de derecho están bajo ataque. El populismo, el nativismo, la supremacía blanca y otras formas de racismo y extremismo están envenenando la cohesión social y las instituciones en todas partes. El retroceso de los derechos humanos, especialmente los derechos de las mujeres y las niñas, continúa.

Mi llamamiento a la Acción por los Derechos Humanos es un rechazo contra ese retroceso. Siempre avanzaremos para defender los derechos humanos mientras tanto, la crisis del cambio climático está alimentando los conflictos y aumentando las crisis humanitarias dando paso al terrorismo que sigue siendo una amenaza constante, que desestabiliza aún más a algunos de los países más frágiles del mundo.

A través de nuestras capacidades de mantenimiento y consolidación de la paz, las Naciones Unidas siempre apoyarán y protegerán a quienes se vean atrapados en los conflictos, y trabajarán para construir comunidades más fuertes, resilientes y pacíficas. La prevención de conflictos está en el centro de la propuesta Nueva Agenda para la Paz. Me comprometo a no escatimar esfuerzos para movilizar a la comunidad internacional e intensificar nuestro impulso por la paz. Por ejemplo: En Afganistán, para proporcionar un salvavidas de ayuda para el pueblo afgano, inyectar efectivo para evitar un colapso económico, garantizar el pleno respeto del derecho internacional humanitario y los derechos humanos, en particular para las mujeres y las niñas, y luchar eficazmente contra el terrorismo.

En Colombia, para sostener y profundizar la implementación de la paz y reforzar el apoyo de la ONU. En Etiopía, para garantizar el fin de las hostilidades, y también la asistencia humanitaria en todas partes, asegurando un alto el fuego duradero y la retirada de las fuerzas extranjeras, y promover un diálogo inclusivo que involucre a todos los etíopes.

En Haití, para alentar y apoyar soluciones lideradas por haitianos para poner fin a una crisis política e institucional cada vez más profunda, elaborar una nueva Constitución y planificar elecciones en un entorno seguro y pacífico. Con respecto a Irán, apoyar las conversaciones para revivir el Plan de Acción Integral Conjunto, así como el compromiso entre Irán y sus vecinos.

En Israel-Palestina, alentar a las partes a que se abstengan de tomar medidas unilaterales, incluida la expansión de los asentamientos y la violencia, y ayudar a reactivar el proceso de paz y allanar el camino para poner fin a la ocupación y lograr una solución viable de dos Estados. En Libia, promover el diálogo, apoyar las elecciones presidenciales y parlamentarias lo antes posible e impulsar la retirada coordinada de los combatientes extranjeros.

En Malí, continuar trabajando con todos los actores nacionales y regionales hacia la restauración del orden constitucional, programar elecciones con un calendario aceptable y fortalecer el acuerdo de paz.

En Myanmar, para trabajar por la restauración de la democracia, entregar ayuda humanitaria y movilizar el apoyo internacional basado en la unidad regional. En el Sahel, para abordar las causas profundas de la pobreza, el subdesarrollo y los desafíos de gobernabilidad, y garantizar un sólido apoyo al Grupo de los Cinco para el Sahel (G5 Sahel) y su fuerza conjunta a través de una financiación predecible y sostenida.

En Sudán, para ayudar a hacer realidad las aspiraciones democráticas del pueblo y apoyar un proceso político inclusivo dentro de Sudán. En Siria, para promover la plena implementación de la resolución 2254 (2015) del Consejo de Seguridad, volver a convocar un Comité Constitucional creíble dirigido por sirios, de propiedad siria y facilitado por las Naciones Unidas, liberar a los detenidos y continuar los esfuerzos para llegar a todos los necesitados con ayuda humanitaria.

En Ucrania, para reducir las tensiones e instar a que todos los problemas se aborden exclusivamente a través de la diplomacia. En Yemen, para alcanzar un alto el fuego duradero, abrir el acceso al país y reiniciar un proceso político inclusivo para poner fin al calamitoso conflicto de siete años.

Sobre el desarme nuclear y la no proliferación, para aprovechar al máximo la décima Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear, reducir los riesgos nucleares y dar pasos hacia el desarme nuclear. Nos perseveraremos en nuestros esfuerzos para prevenir conflictos, proteger a los civiles y consolidar la paz desde los Balcanes Occidentales hasta el Cáucaso; de la República Centroafricana a Chipre, a la República Democrática del Congo; de Irak a la península de Corea al Líbano; de Mozambique a Somalia; desde Sudán del Sur hasta Venezuela, el Sáhara Occidental y más allá.

Este mundo es demasiado pequeño para tantos puntos de acceso. Necesitamos un Consejo de Seguridad unido, totalmente comprometido a abordar estos desafíos. Las divisiones geopolíticas deben gestionarse para evitar el caos en todo el mundo. Necesitamos maximizar las áreas de cooperación al tiempo que establecemos mecanismos sólidos para evitar una escalada. Y en todo lo que hacemos para asegurar la paz, me comprometo a garantizar que las mujeres estén en el centro de nuestros esfuerzos de prevención de conflictos, establecimiento y consolidación de la paz. Sabemos que los esfuerzos de paz son más exitosos y sostenibles cuando las mujeres son parte integral de la toma de decisiones, la mediación y los procesos de paz.

Estamos aumentando el número de mujeres en el mantenimiento de la paz. Ahora tenemos más mujeres al frente de nuestras misiones sobre el terreno que nunca, con paridad entre nuestros Jefes y Jefes Adjuntos de misiones. El 40 por ciento del Fondo para la Consolidación de la Paz se centra en la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Continuaremos construyendo sobre este importante trabajo en el próximo año.

La gran cantidad de conflictos a los que me he referido es una prueba más de que gastamos mucho más dinero y recursos en gestionar conflictos que en prevenirlos y construir la paz. Necesitamos revisar seriamente nuestras prioridades y recursos en todo el proceso de paz, fortaleciendo la inversión en prevención y consolidación de la paz.

A pesar de todos estos desafíos, el mundo necesita unas Naciones Unidas fuertes y eficaces para obtener buenos resultados. Nuestras reformas han sido cruciales y hemos logrado avances significativos en los últimos años.

A medida que nos basamos en estos logros, el apoyo continuo de los Estados Miembros es fundamental, en particular con respecto al presupuesto por programas anual. Nuestras respuestas a las cinco emergencias que he presentado hoy determinarán el curso de las personas y el planeta en las próximas décadas.

Debemos entrar en modo de emergencia y apagar este incendio de las cinco alarmas. Al luchar contra la pandemia de COVID-19; reformar el sistema financiero global para asegurar una recuperación justa; abordar la crisis del cambio climático; poner a la humanidad en el centro del mundo digital y las tecnologías de frontera; y la entrega de una paz sostenible.

Mi informe sobre Nuestra Agenda Común, que fortalece la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ofrece una hoja de ruta para reunir al mundo, en solidaridad, para abordar estos desafíos de gobernanza y revitalizar el multilateralismo para el siglo XXI. Juntos, hagamos de 2022 un año en el que forjemos un nuevo camino, más esperanzador y equitativo.

Fuente: Tobías Ramos Nkulu Nchama (Agregado de Prensa de Guinea Ecuatorial en la ONU en Nueva York – USA)
Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial

Aviso: La reproducción total o parcial de este artículo o de las imágenes que lo acompañen debe hacerse, siempre y en todo lugar, con la mención de la fuente de origen de la misma (Oficina de Información y Prensa de Guinea Ecuatorial).