La razón de la sin razón
Editorial del nuevo número de la revista PANAFRICA en la que su director-editor, Cándido Ondo Nchama reflexiona acerca de la enorme sinrazón y de la doble moral de aquellos supuestos “defensores” de los derechos humanos, que critican e intentan impedir la entrega del Premio Unesco-Obiang Nguema Mbasogo. El número 12 de PANAFRICA incluye también artículos sobre la Guerra de Biafra, la Presidenta de Liberia Ellen Johnson, etc.
LA RAZÓN DELA SIN RAZÓN
Toda ayuda, venga de quien venga o de donde fuera, destinada a mitigar las miserias de los más humildes de nuestra sociedad, para cualquier persona de bien y mínimamente sensible a los problemas de los demás, será siempre loable, por justa y necesaria.
Considérese un crimen de lesa humanidad el que unas personas o un conglomerado de ellas, amparándose en sus principios morales o ideológicos, traten de privarles a los pobres el subsidio al que ellos tienen pleno derecho. Pues cualquier tipo de ayuda en esa dirección constituye un valiosísimo grano de arena que sumado a otros tantos en forma de aportaciones benéficas y sin afán de lucro alguno, constituyen en su conjunto un motivo de esperanza para aquellos que se encuentran atrapados en el oscuro túnel de sus miserias. Aquí sobran las ideologías y los más elocuentes e insulsos predicamentos de moralidad los cuales no hacen sino prolongar el sufrimiento y la agonía de quienes tienen que convivir día a día con la enfermedad y el hambre.
En su reciente informe, UNICEF revela que actualmente en el mundo mueren unos 22 mil niños cada día por ¡males evitables!; y entre estos males evitables están el hambre y enfermedades varias que para aquellos que viven en la abundancia en otras latitudes del planeta tierra tales males ha tiempo ya que se encuentran a buen recaudo en el baúl de los tristes recuerdos.
Deprime pensar que el ser humano que ha conseguido rebasar las márgenes de nuestro planeta en su conquista del espacio exterior no haya sido capaz hasta ahora de encontrarles solución a los problemas que acucian a los estratos más deprimidos de nuestro mundo común, pese a tanta tecnología punta y todo lo que se quiera.
Aún más obscena es todavía la doble moral que algunos manifiestan en sus comportamientos cuando censuran a diestro y siniestro a todo aquel que sí invierte esfuerzos y medios económicos por los que nada poseen, anteponiendo sus principios éticos al sentido común de las cosas el cual demuestra con creces que la supervivencia del ser humano está por encima de cualesquiera otras consideraciones ideológicas de ayer o de hoy.
Los que de manera tan ligera y gratuita son capaces de juzgar a los demás, muchos de ellos jamás dieron nada que no fuera mera palabrería para aligerar el padecimiento físico de sus congéneres. Y semejante actitud de por sí indignante sólo puede tener lógica cabida en el enrevesado mundillo del cinismo y de la insensibilidad más tremebundos.
Todo principio moral o ético, asociación política o credo religioso pierden irremediablemente su razón de ser cuando en su escala de valores se antepone al bienestar en general de los seres humanos cualquier otra apreciación doctrinaria. Hace muy poco algunos intelectuales y sus allegados se pronunciaron en contra del establecimiento de un premio que consistía en una muy generosa aportación económica a través de la UNESCO, destinada al mejoramiento de la calidad de vida de los seres humanos. Aplazada la decisión de su establecimiento por la UNESCO, que de manera equívoca no quiso hacer caso omiso de las presiones adyacentes por parte de gente interesa, a fecha de hoy seguimos sin escuchar de que ellos hayan hecho una aportación similar que supla momentáneamente a la anterior para ayudar a gentes necesitadas.
En la mente de una persona con dos dedos de frente jamás cabrá el imaginarse que tal aplazamiento pudiese perjudicar en absoluto al mentor de dicho premio. Pues los únicos damnificados de un comportamiento tan insensible como irresponsable de unos cuantos puritanos recalcitrantes son efectivamente todos los desheredados de la tierra a los que dicha donación iba destinada; los cuales tienen la desdicha de vivir día a día la cruda realidad de la escasez y la miseria endémicas. Mientras que unos cuantos, en su total indiferencia, se pierden en argumentaciones bizantinas y brindan con caros espumosos por la decisión tomada en la UNESCO de seguir sometiendo a estudio la proposición, otros, por desgracia, lloran, se desesperan y hasta mueren por falta de medios económicos que les permitan sencillamente sobrevivir.
¿Qué diablos ni qué prestigio de la UNESCO? Aquí lo único auténtico y real como la vida misma es el reciente informe de UNICEF que afirma sin ambages: Actualmente en el mundo mueren unos 22 mil niños cada día por males evitables. Allá cada cual con su conciencia si es que de verdad alguna vez existieron sentimientos de solidaridad auténticos.
Cándido Ondo Nchama
Director-Editor de PANAFRICA